Rodrigo Díaz de Vivar
Conocido (y mundialmente
reconocido) como El Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar fue un caballero
castellano que participó en la Reconquista de la península ibérica. Es una
figura con un gran valor histórico, al que muchos le han calificado como
personaje legendario. Su vida inspiró el cantar de gesta más importante de la literatura
española, el Cantar del mío Cid. Su apodo, el Cid Campeador, se usó como
tratamiento honorífico y proviene del sobrenombre sidi, o señor en árabe, y que terminó derivando en Cid, ya que el
término sidi era un tratamiento
restringido sólo a los dirigentes islámicos.
Con respecto a su influencia
en el mundo de los Descendientes del Caos, Rodrigo Díaz es considerado como un Descendiente de Raza Héroe, caracterizado por poseer una fuerza
extraordinaria. El Rango adquirido
fue el de Descendiente, aunque algunos
estudiosos consideraron la posibilidad de que fuera un Olímpico, debido a su gran resistencia física. Sin embargo quedó
descartado, pues Rodrigo Díaz falleció cuando contaba con cerca de 50 años de
edad, lo que supone que sus capacidades físicas no tenían nada que ver con la
resistencia o inmunidad al paso de los años. De hecho, la Historia Roderici
cuenta que El Cid luchó solo contra 15 contrincantes, y casi la mitad de ellos
vistiendo cotas de malla. Finalmente mató a uno, hirió a otros dos y el resto
salió huyendo. Queda patente pues, que la Ofrenda
de El Cid se caracterizaba por una fuerza sobrehumana. No obstante, a pesar de
su gran capacidad para la batalla, el Cid fue una persona muy culta, teniendo
conocimientos y aptitudes para la lectura y la escritura, e incluso
conocimientos de derecho, al hacer de juez en algunos asuntos.
Con respecto a su juventud,
no se sabe muy bien en qué momento desarrolló su Ofrenda, aunque sí que se sabe que Rodrigo Díaz sirvió, siendo muy
joven aún, al infante Sancho, unos 10 años mayor que él, y de quien se cree que
fue el Regidor y mentor de Rodrigo.
El Cid fue un gran guerrero
que cultivó una gran cantidad de victorias. Sin embargo, el 10 de julio de 1099,
el Cid muere, dejando a su esposa Jimena al cargo de defender la ciudad de
Valencia. Finalmente, el viejo emir africano Be Yusuf, envió un ejército al
mando de Mazdalí a sitiar Valencia. Jimena, junto con su ejército, consiguió
aguantar el sitio durante 7 meses, momento en el que aparecieron las tropas de
Alfonso VI, forzando la retirada de las tropas de Ben Yusuf. Y pasados unos
meses, Jimena decide abandonar Valencia, llevándose consigo el cadáver del Mío
Cid, para dar sepultura a su cuerpo en Cardeña. A día de hoy, los restos
mortales de Rodrigo Díaz reposan junto con los de su esposa Jimena en el
crucero de la Catedral de Burgos.
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